Si nos ponemos a pensar en las actividades de nuestra vida cotidiana, ¿cuántas veces te paraste a analizar el papel de tus ojos en alguna de ellas? ¿Y el papel que juega tu visión?
¿Pensaste que “ojos”, “vista” y “visión” no son lo mismo?
Muchas veces, cuando pregunto en consulta, “¿para qué crees que son necesarios los ojos?”
recibo como respuesta obvia: “para ver”, como si fuera algo tan sencillo. ¿Pero qué es ver? El
modo en el que conocemos el mundo e interactuamos con él y aprendemos nuevas
habilidades desde que nacemos, es gracias, en mayor parte, a ellos.
Acaso no utilizamos los ojos, para caminar, conducir, trabajar, comer, hacer deporte….para
todo.
Los ojos son los órganos de recepción de los estímulos visuales. Si son unos órganos sanos,
podríamos decir (aunque todo es mucho más complejo), que podremos alcanzar una buena
vista obteniendo una agudeza visual del 100% cuando los ojos sean “adultos”, con lo que
podremos ver todas las letras que nos pongan en las revisiones, tanto de lejos como de cerca.
Pero la visión podríamos definirla como “la capacidad que tenemos los seres humanos para
recibir, procesar la información del entorno, obtener un significado y comprender lo que
vemos a través de los ojos”. Con ello daremos una respuesta, es decir, actuaremos en
consecuencia.
Entre el 75 y el 90% de la información que recibe nuestro cerebro llega a través de los ojos. De
ahí en adelante, el procesar y comprender lo que vemos, dependerá, no sólo de la calidad de la
imagen que recibamos a través de ellos, si no del complejo procesamiento de la información
visual para poder darle un significado.
Con lo cual, debemos entender que el procesamiento no se alimenta solamente de la
información que recibe de los ojos sino de la conexión que existe con el resto de áreas
cerebrales. De esta manera diferenciamos dos rutas neurológicas: la vía cortical y la vía
subcortical.
*La primera, es una vía sensitiva clásica compuesta por neuronas que salen del ojo
formando el nervio óptico, pasa por un núcleo de relevo y alcanza la corteza occipital donde la
información visual se interpreta y hace consciente.
*La segunda, está compuesta por otro número de neuronas (inferior al anterior pero
no menos importante), que no confluyen en dicha corteza sino que conectan con otros
“centros de control” relacionados con la visión: por ejemplo, conectan con áreas donde se
procesa información de la sensibilidad táctil, propioceptiva y auditiva, zonas donde se regulan
los ciclos de sueño/vigilia ó áreas donde se integran la información visual, auditiva,
somestésica (temperatura, presión, dolor…) y los movimientos oculares rápidos.
Otras neuronas juegan un papel importante en funciones visuales como de alerta y atención,
en reflejos como el luminoso de contracción y dilatación de pupila, reflejos que controlan el
sistema de enfoque, incluso núcleos que relacionan la información que hay en retina con la
coordinación de los movimientos de los ojos, cuello, tronco y extremidades para lograr
mantener la fijación sobre un objeto mientras movemos el cuerpo. Aquí podemos hablar de la
relación del sistema vestibular (del equilibrio) con el sistema visual.
En fin, este palabrerío, no es más que un pequeño resumen para intentar transmitir que, lo
que entendemos por visión, es un complejo entramado de conexiones neurológicas en las que
la información que se percibe a través de los ojos y de otros órganos sensoriales, se relacionan
y no es tan fácil dividir las funciones ya que están íntimamente ligadas unas con otras.
Cualquier alteración que exista en algún área cerebral, va a afectar en mayor o menor medida
a otra área.
Leyendo sobre el Síndrome de Rasmussen he visto que se nombra a la visión en contadas
ocasiones, partiendo de que, como consecuencia de la práctica de la hemisferectomía, la
primera dificultad visual con la que nos encontramos es una hemianopsia homónima.
Sin embargo, se habla también de dislexia visual, procesamiento visual, control oculomotor,
coordinación, sensación, lectura y otras habilidades que no dependen de la visión pero que
interactúan con ella para lograr su correcto funcionamiento.
El desconectar o remover algunas áreas del cerebro, o directamente desconectar un
hemisferio del otro, va a traer consecuencias en todo el procesamiento de la información.
Para comprenderlo mejor hablemos un poco de cómo se desarrolla la visión y qué influencia
tiene en los primeros hitos de la vida.
Los sentidos son la conexión entre el cerebro y el entorno, y aprendemos desde que nacemos,
a través de ellos. Como dijimos antes, si el mayor porcentaje de la información entra por los
ojos, cualquier habilidad que necesite de una buena “calidad visual” para poder llevarse a
cabo, se va a crear con deficiencias si se topa con una piedra en el camino.
Un correcto desarrollo motor, estar en el suelo, pasar tiempo boca abajo (despiertos y bajo
supervisión), atravesar las distintas etapas de volteo, reptado, gateo, caminar….van a
favorecer un desarrollo óptimo del sistema visual: capacidad de enfoque, motilidad ocular,
visión en profundidad, trabajo en equipo de ambos ojos, una buena evolución hacia una
agudeza visual correcta, etc. Tenemos que tener en cuenta, también, que el cumplir esas
etapas no siempre ocurre de manera fluida ya que, a nivel estructural, el cuerpo pudo haber
sufrido algunas presiones en el parto, que pueden generar tensiones a nivel interno, que no
van a permitir libertad de movimiento en el bebé para que pueda atravesar dichas etapas de
manera natural.
Pero si todo sigue su curso tendremos una vía de entrada adecuada para construir las
habilidades visuo‐perceptuales, es decir los “archivadores” que luego serán necesarios para
afrontar con todas las herramientas el proceso de aprendizaje. Dichas habilidades pueden ser
tales como la discriminación visual, la memoria visual, la memoria visual secuencial, la figura‐
fondo, las relaciones visuo/espaciales, la constancia de forma, el cierre visual, habilidades
visuo/motoras, entre otras, que luego nos llevarán a tener una buena coordinación ojo/mano,
para llevar a cabo de manera eficaz las actividades visualmente dirigidas, como por ejemplo,
escribir o practicar algún deporte.
Todo esto se traduce en generar las herramientas adecuadas para, por ejemplo, aprender las
letras: ver una “a”, saber que es una letra, escuchar cómo suena y ser capaz de reproducirlo,
entender que es la misma letra cuando la vemos en mayúsculas, minúsculas o cursiva, recordar
toda esta información para luego saber utilizarla, además de saber escribirla…así con todas las
letras. Luego armar frases, oraciones….después tener la capacidad de saber calcular el espacio
que necesito para poder escribir un párrafo y saber el tamaño de letra que tengo que hacer
para organizar toda la información que tengo que transcribir en un papel. Esto es un simple
ejemplo de cómo interactúan las distintas áreas cerebrales para aprender el proceso de lecto‐
escritura.
Teniendo una ligera idea de cómo funciona la visión, pensemos ahora qué pasa, si algunas de
las conexiones neuronales que tengo para poder llevar a cabo las tareas descritas
previamente, se desconectan, como ocurre luego de una hemisferectomía. Dependiendo el
hemisferio en el que se realice la intervención, afectará más a un lado que a otro, y también
dependiendo de la edad en la que se realice la cirugía, perderemos algunas de ellas o resultará
más complicado aprenderlas.
Pero la cuestión es: si se sabe realmente las consecuencias de una intervención cómo esta, y
ya se conoce, además, que el ser humano es “un todo” y que ningún sistema trabaja de forma
completamente independiente de los demás, no nos es ajeno pensar que, una desconexión
total o parcial de un hemisferio cerebral o parte de él, va a afectar directamente a la visión y a
su relación con los distintos sistemas.
El hecho de que exista una pérdida de campo visual, de que exista una hemiparesia, entre
otras cosas, va a repercutir en la relación del paciente con el espacio en que se mueva ya que
le va a costar calcular distancias, tamaños…afectará incluso en la seguridad que tenga un niño
o niña, por ejemplo, para atravesar una puerta. Se verán afectadas todas las habilidades de
eficacia visual y habilidades visuo/perceptuales y visuo/motoras necesarias para un buen
aprendizaje y una buena capacidad para interactuar con el medio en el que vivimos. El trabajar
la visión se reflejará en la evolución favorable de otras terapias que realice el paciente ya que
la información que reciba a través de los ojos será de mejor calidad, y como consecuencia,
ayudará a la recuperación de otros sistemas.
Entonces: ¿por qué no incluimos la terapia visual como parte del programa de rehabilitación
de los pacientes con Síndrome de Rasmussen?
A modo personal no creo que la visión sea la gran olvidada, pero sí creo que es una gran
desconocida.
Magdalena L. López
Col. 20212
Optometrista clínica en Centro de Optometría Cover
Saludos desde Cuba Virginia. Compartimos espacios comunes en Facebook. A Camila la operaron en 2005 a los 5 años. Ciertamente la visión es la más olvidada, mi hija nunca recibió terapias de visión, aprendió a a lidear con los obstáculos a fuerza de tropezones y de mis palabras de alarma «¡cuidado a tu derecha!» que muchas veces llegaron tarde.
Gracias por esto.
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